IÉRCOLES 23 DE JUNIO DE 2010
Apuntes para volverse a ver
Se estrenó la obra de teatro Apuntes para volverse a ver, ópera prima del también actor Gonzalo Ruiz, que se puede ver todos los viernes a las 23.30 en Timbre 4. La historia describe el reencuentro de tres jóvenes que vuelven a la casa de campo donde fueron criados para enterrar a su madrastra Babila. Allí también vuelven a ver al cuarto compañero de crianza en discordia, cuya llegada había sido el factor para que el resto se fuera; mientras que él permaneció viviendo en la casa con Babila hasta entonces.
Además de recomendarla, van un par de apuntes sobre la obra, que para crítica teatral existen las y los... críticos teatrales.
Resalta la casa de campo como único escenario: se enmarca como frontera entre lo visible y lo no visible; entre lo decible y lo no decible. Regímenes que se dosifican con las miradas de los personajes que, de esa manera, tejen complicidades, odios, secretos, amores, señas de truco y preguntas que interpelan al público acerca de los orígenes opacos y el destino latente de esos cuatro hermanastros.
La frontera se impone como una línea demarcatoria a lo largo de la obra. Cruza los caracteres, marcando una división entre campo y ciudad, entre el personaje que se quedó y los que se fueron. También aparece un límite generacional, gracias al contrapunto hilarante (¿tragicómico?) e hilado por la aparición de un vecino de la casa, bien paisanazo él, que aportará al cambio de ritmo en los diálogos apasionados. Otro paso fronterizo más sutil es el de la locura y la cordura, casi llamado al silencio, a las sombras y penumbras que envuelven de a ratos la escena.
Pero tal vez la fractura más importante es la que separa al interior de la casa del exterior. Ese exterior que nunca se ve pero en el que pasan cosas, y se materializa como una invisibilidad perceptible que genera un clima tipo Lost. Ese exterior que metaforiza ausencias, un origen familiar implícito y violento, lo que no se ve pero tiene el poder ominoso para dirigir las miradas que se ramifican en el interior de la casa; miradas que sugieren historias pasadas y buscan descifrar historias presentes. Esas historias que surgen o estallan como toda la basura pasada que se barre debajo de la alfombra y fermenta, como todo inconsciente que se estimula con una damajuana de vino, como todo fantasma o aparecido que pone en duda la cordura o la realidad, como todas las cenizas que renacen para recrear una nueva constelación.
¡Vayan a verla!
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